Publicidad violentaHay publicidad que presenta la violencia de género como algo romántico, erótico o bonito. En este anuncio el hombre domina a la mujer que yace en el suelo, mientras el público masculino parece mostrarse orgulloso del accionar de su semejante.

“A las mujeres les gustan que les jalen las greñas, a las mujeres les gusta que por las noches les den cajeta, a las mujeres les gustan que le den romo….” y mucho más porquería es la “lírica” de algo a lo que sus autores (Tulile y un tal Israel) le llaman canción. La escuché en Neon 89.3, una emisora de música popular, hace un rato cuando regresaba a mi hogar. Iba buscando algo interesante en el dial. Y me detuve por alguna razón allí para de inmediato sentir cómo cada palabra, cada letra que oía, me indignaba. Intenté quedarme un rato más para escuchar por completo la desgraciada (sin gracia) cosa que sonaba. Pero no pude.

Tengo muchas mujeres en mi vida, las más cercanas mamá, mis tres hermanas, cuatro hijas, mi sobrina y algunas sobrinas de esas que no son de sangre pero que las aportan el vínculo de la amistad. Y en todas ellas pensé. No me gustaría que ellas y los varones se crean que es verdad que a las mujeres les gusta que le den. No quisiera nunca verme ante la situación de que a algún macho le dé con halarle el pelo a alguna, mucho menos golpearlas, para no pensar en lo peor.

Según la secretaria de la Secretaría de la Mujer, hasta noviembre del pasado año, en nuestro país habían sido asesinadas por sus esposos o  ex parejas 143 mujeres, unas cuantas menos que el 2006 (158 asesinatos). No se tiene claro cuántas son golpeadas o heridas, inclusive mutiladas por sus maridos. Pero uno sospecha que la cifra debe ser bastante alta. Y se suele preguntar cuáles serán las razones que inciden en este fatal incremento. No hay ningún estudio que determine con certeza qué ocurre. Pero se puede sospechar de algunas.

Yo creo que la música puede ser un factor, entre muchos otros, como la publicidad que utiliza a la mujer como objeto y proyecta de ella un imagen vacía, débil y obligada a soportar el dominio del macho. El contenido de las canciones incide en sus consumidores. Una persona acostumbrada a escuchar reaguetón de un contenido vulgar y lleno de violencia, o bachatas y merengues de esos que incitan al machismo contra la mujer, es muy posible que ejerza contra ella alguna actitud relacionada con las letras que oye.

Cuando yo era un enano, como dice Silvio, escuchaba en un radito de pilas la programación de Radio Santa María, una emisora católica que ha tenido un papel estelarísimo en la divulgación y orientación cultural de la región Norte del país. Recuerdo que era aficionado a Universidad para Todos, Canta Libre y Juventud Pa’lante. En Los Arroces, una comunidad donde se escuchaba perico ripiao y bachata desde las 5:00 de la madrugada, era algo así como un oasis en medio de tanto ruido. Ese episodio me marcó positivamente. Era de los pocos que a los doce años escuchaba en mi campo a Silvio, Víctor Manuel, Víctor Jara, Mercedes Sosa, Los Guaraguaos, entre otros muchos, y pronto empecé a escuchar algunos temas de Beethoven, las estaciones de Vivaldi, entre otros que escuché en las emisiones hertzianas de la afortunada emisora cibaeña. No tardó mucho para que me interesara la literatura, en amar el arte y aspirara a ser algo más que un puncha fritos (así le llamábamos a quienes se dedicaban a vender frituras en la Posada Cibaeña, una de las pocas opciones de trabajo que tenían los jóvenes de allí. Pero sobre todo aprendí el valor de la paz, a odiar la guerra, las dictaduras, me hice simpatizante izquierdista a los 13 años y me conciencé que pegarle o matar una mujer es un crimen de lesa humanidad.

Me acusarán de desfasado o me pondrán algunas etiquetas indeseables, pero no me importa. Creo que este país debía ya legislar contra los temas de contenido violento, sobre todo aquellos que incitan a la violencia contra la mujer o los que alienan a la juventud en vicios y actitudes ajenas a la convivencia pacífica y el respeto a la dignidad humana.

Propongo que a quien se lucra con este tipo de “música” debían mandarlo a disfrutar su bonanza a La Victoria por no menos de seis meses. Las emisoras debieran, por ejemplo, ser sacadas del aire por par de meses cada vez que se atrevan a colocar temas como este. Si las leyes contra el narcotráfico prohiben el uso de prendas que exhiban marihuana o cualquier tipo de drogas, o música que incite al consumo de las mismas, entonces creo que no nos caería mal que exista una ley que castigue a quienes, haciéndose los graciosos, promueven con sus temas la violencia de género y denigran a los seres más especiales de la sociedad, las mujeres.